Cada vez se diagnostican más cánceres de próstata de bajo grado de malignidad. Gracias a la información que proporcionan las nuevas técnicas de imagen, como la resonancia multiparamétrica de próstata y la biopsia de fusión, cada vez hay más pacientes que podrían no precisar tratamiento por la baja agresividad de su tumor (vigilancia activa) o tratarse solamente el área de la próstata dónde está localizado el tumor. 

Este tipo de tratamiento se llama “tratamiento focal” y hay básicamente 2 técnicas que permiten ir directamente al tumor: la Criocirugía  y el HIFU.

La Criocirugía emplea el frío extremo a través de unas agujas que se insertan por vía perineal en las zonas prostáticas dónde está localizado el tumor. Esas agujas crean una “bola de frío” que destruye las células cancerosas. Todo el proceso está controlado a través de un ecógrafo transrectal que también controla otras áreas, como son la vejiga y la uretra. El frío tiene poder analgésico, por lo que los pacientes presentan mínimos niveles de dolor. Los pacientes son dados de alta el mismo día.

El HIFU (Ultrasonido focalizado de alta intensidad) utiliza los mismos principios, es decir, se dirige a la zona afectada, pero utiliza calor. En este caso, el proceso es controlado por una máquina con una sonda transrectal que, a través de un software de precisión, trata la zona de próstata tumoral. Esta técnica tiene la ventaja de ser una terapia no invasiva con un control integrado de tratamiento.

Las ventajas de la terapia focal cuando está bien indicada son múltiples. Destaca la preservación de la erección en la zona que no se trata, por lo tanto, los nervios erectores permanecen intactos. Es un tratamiento por lo general ambulatorio, siendo dado de alta el paciente en el mismo día. Además, los pacientes deben llevar sonda pocos días frente a la prostatectomía radical.

El seguimiento clínico de los pacientes sometidos a terapia focal es similar a la vigilancia activa: mediante controles de PSA y resonancias.

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