La halitosis genuina es un evidente mal olor bucal cuya intensidad excede el nivel social aceptable. Según algunos estudios de diferentes países, este problema es sufrido por una de cada cuatro personas en todo el mundo.

Esta enfermedad puede ser de diferentes tipos:

  • Fisiológica: tiene su origen en la región dorso posterior de la lengua. Consiste en el mal olor surgido a través de procesos de putrefacción dentro de la boca, sin condiciones que la pudiesen causar.
  • Patológica: dentro de este tipo se distinguen dos, la oral, que se origina por enfermedades orales; y la extraoral.
  • Pseudohalitosis: En este caso, el paciente se queja obstinadamente de mal olor en la boca, pero otros no lo notan. Por lo general, la higiene bucal y el asesoramiento pueden mejorar la afección.
  • Halitofobia: es una enfermedad en la que los pacientes todavía creen que tienen mal aliento incluso después de recibir tratamiento para el mal aliento real o el mal aliento falso, y no hay evidencia física o social que indique la presencia de mal aliento.

Los síntomas característicos de esta patología son:

  • Presencia de saburra lingual
  • Sangrado de encías
  • Gusto desagradable
  • Obstrucción nasal
  • Presencia de cáseum
  • Sensación de ardor en la garganta
  • Estreñimiento persistente

El diagnóstico de esta enfermedad se lleva a cabo mediante un examen médico completo, en el que se incluye la historia con análisis y determinar hábitos alimentarios personales para descartar causas extraorales.

Tras ello, existen diferentes opciones de tratamientos, entre los que se pueden encontrar los siguientes:

  • Una serie de instrucciones detalladas sobre higiene bucal y técnicas de cepillado.
  • Mecánica dental eliminando el acúmulo de placa y/o cálculo con raspado y alisado radicular.
  • Tratar zonas retentivas donde se pueda acumular comida.

Aunque siempre hay que tener muy en cuenta que cada tratamiento debe ser específico e individualizado para cada paciente.